AVISO

Éste blog no tiene por qué ser partícipe ni partidario de las opiniones vertidas en sus entradas.

Por tanto, cualquier comentario o crítica ha de dirigirse a los artículos por separado, sin culpar al blog de lo que en ellos se publique.

22 jun 2009

La Voz del Desierto I

La Voz del Desierto I


Nací niña, y eso no es fácil cuando tu padre es un símbolo de la revolución islámica, sin embargo, mi infancia fue feliz.

Mi padre me quería, me amaba como pocos padres aman a sus hijas, asique cuando fui mayor y le dije que quería estudiar, su amor por mí se antepuso a sus creencias.

Gracias al trabajo duro en la escuela, y en parte a sus aún no extintas influencias, pude entrar en la Universidad de Teherán, en la carrera de Derecho que siempre había querido.

No todo fue fácil al principio, muchos de mis compañeros se sentían insultados porque una mujer estuviese en su misma clase, como si mi sola presencia les contaminase.

Quizá yo también fui un poco tonta al creer que me aceptarían, todo había sido demasiado sencillo para mí en la vida para ser una mujer en Irán.

Irán ese gran monstruo que ahora todos temen, con el que occidente asusta a sus niños y sus no tan niños.

Una cosa sí es cierta, mis compañeros no me aceptaron al principio porque, desde hace unos años, las mujeres aquí somos peores que los hombres. Pero las cosas cambiaron, comenzaron a cambiar cuando vieron que era mejor que ellos en muchas cosas, y siguieron cambiando cuando comenzaron a preguntarme sus dudas de clase a escondidas, para que nadie viese que consultaban a una mujer.

No voy a decir que pronto todo cambió, pero sí que con el tiempo las cosas volvieron a ser fáciles, mis compañeros empezaron a verme como lo que era, una persona más, ni mejor ni peor que ellos mismos.

Pero entonces, cuanto por fin me sentía libre por primera vez, cuando todo parecía marchar en mi mundo y en cierto modo en mi país, una nueva ola de miedo, terror mejor dicho, llenó los corazones de mis compañeros y compatriotas.

Miedo a todo lo nuevo, y a un occidente que nos había declarado enemigos, miedo a que nos ocurriese lo que les ocurrió a nuestros vecinos, en una guerra que jamás comprendimos.

Fue entonces, hace cuatro años, cuando mi pueblo sintió miedo por todo lo que le amenazaba desde el exterior, cuando Mahmoud Ahmadinejad llegó al gobierno.

Un hombre fuerte, seguro de sí mismo y de sus ideales. Un hombre que decidió que nosotras ya habíamos tomado más libertad de la que debíamos.

Aún así, nosotras no protestamos, no hicimos nada, pues nada podíamos hacer contra nuestro propio pueblo. Y muchos de mis compañeros, que habían aprendido a respetarme como persona y como mujer, me preguntaron por qué no protestaba.

Yo les dije que el pueblo había hablado. Terminé mi carrera, pero jamás pude ejercer, no había lugar en ése Irán para una mujer con conocimientos y cultura.

Hace poco, mi pueblo, ya sin miedo, habló de nuevo, y yo creí que por fin podría ser libre, deshacerme de esta ropa que los hombre me imponen, trabajar, parece un sueño tonto, ¿para qué quieres trabajar pudiendo casarte con un buen hombre rico?, eso me decía mi familia...

Pero la libertad no llegó, sino que vino más miedo. Pero esta vez no era miedo a occidente, ni a que nos pasase lo que a nuestros vecinos, esta vez era miedo a nuestros propios compatriotas, a nuestras fuerzas de seguridad, a nuestros antaño amigos...

Nuestras voces nunca habían sonado tan altas, y nunca habían sido acalladas con tan cruel contundencia.

Pero hoy, hoy por fin he ganado mi libertad, hoy ya nadie podrá quitármela, soy Neda y he venido a que oigáis mi voz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario